jueves, 26 de marzo de 2020

Coronavirus challenge

Me resulta muy curioso que para sobrellevar la cuarentena muchos se dedicaron a hacer desafíos o "challenges" por instagram, whatsapp y facebook. Lo llamativo es que esos desafíos se comportan como el virus, no por nada les decimos viralizar un contenido. ¿Por qué?
1- Alguien tiene la idea, lo realiza y le pide (desafía, obliga) a más de un contacto a que lo realice y obligue a otros tantos. Supongamos que 5 cada vez.
2- Digamos que 3 cumplen con el desafío y "nominan" a otros 5 cada uno. Ya tenemos los primeros 3 contagios. Podríamos decir que los otros 2 decidieron no usar las redes durante la cuarentena, se aislaron, se quedaron en casa.
3- Mantengamos la misma lógica: 3 de los 5 cumplen el desafío.  3x3=9 nuevos contagios. Totalizan 13 enfermos.
4- No voy a seguir explicando lo mismo, sólo diré que la sucesión continúa con 27 (total de 40), luego 81 (121), 243 (364), 729 (1093).

En 6 pasos superamos los 1000 desafíos. Eso es lo que se denomina crecimiento exponencial. En redes sociales, es divertido e incluso rentable para algunos el viralizar cosas.

Ahora imaginen que el desafío consiste en grabar en video una canción de 5 minutos, algo así como 100 MB de datos. En un buen rato más de 1000 personas estarán subiendo sus 100 MB y luego 10000. El ancho de banda se va a haber comprometido en algún momento porque, como todo recurso, es limitado. Además, si alguien quiere ver todos los videos que se van generando, no va a tener tiempo suficiente. Lo mismo pasa con el sistema de salud frente a la pandemia. Mucho peor, internet se ha preparado para la viralidad, nuestras sociedades no, así que hay poquísimas camas con la infraestructura suficiente: respiradores mecánicos por ejemplo.

¿Cómo se soluciona? No vale responder con la vacuna porque todavía no hay (la vacuna para la viralidad virtual podría ser una app detectora de "challenges" en el celu que no te dejara verlos).

Les propongo seguir la secuencia de antes pero considerando que hay más gente como yo que no se "prende" en esos desafíos. Si en vez de 3, sólo 2 lo hacen la secuencia es 1, 2 (3), 4 (7), 8 (15), 16 (31), 32 (63). Fíjense que hice los mismos 6 pasos y no llegué a 100. El proceso viral igual avanza, nos contagiamos también pero vamos más lento y tenemos tiempo de ver todos los videos.

Si sólo 1 hace el desafío por vez, en seis pasos llegaremos a 6 contagios, lo que es una tendencia lineal. En el otro extremo, si los 5 hacen el desafío: 1, 5, 25, 125, 625 , 3125 con un total de 3750 contagios en los 6 pasos.
Por eso quedarse en casa es la mejor forma de rechazar el desafío coronavirus, cortar la internet por la que se propaga, que es la calle, la plaza, el súper...

Acepten este desafío,  compartanlo con 5 contactos y ayuden a rechazar el coronavirus challenge.

martes, 31 de diciembre de 2019

Que se venga el 2020

Este fue un año raro para mi... la mitad del año me la pasé fuera de casa, lejos de la familia. La otra mitad esperando a Macarena.
Pasó rapidísimo y por supuesto me quedaron muchas cosas inconclusas. No pasa nada, mañana es otro día igual que los demás para hacer cosas. Lo que sí fue un año que me permitió reflexionar y reforzar la idea de que el tiempo es poco y de que no se puede estar pensando en mañana o en pasado mañana porque se nos escapa el hoy. Nos perdemos lo esencial: las sonrisas, los abrazos, los besos de la familia, de los amigos, nos perdemos el nacimiento de una flor en el jardín, el canto de los pájaros, el color del atardecer...
Todo eso garpa mucho. Nos baja a la tierra. Nos muestra lo pequeños que somos y a la vez lo importantes que resultamos para los demás
¿De qué sirve la vida corriendo si estamos vacíos?
Mi plan primero para el nuevo año y para lo que me quede por vivir es llenarme de todas esas cosas pequeñas pero esenciales que nos hacen crecer y ser mejores personas. Les deseo lo mismo a ustedes. Que necesitamos más buenas personas en este mundo.
Proyecten cosas, luchen por cumplirlas pero no pierdan lo escencial en esa lucha. Que sólos no somos nada, acompañados somos todo.
Que se venga el 2020.

viernes, 20 de diciembre de 2019

Nuevos tiempos

La última vez que escribí acá lo hice desde el miedo, desde la profunda convicción de que estábamos en un rumbo oscuro. Me preocupaba el futuro de mi familia, de mi hijo de solo 3 meses frente al panorama que pintaba el flamante (des)gobierno.
El ser humano se acostumbra a todo lamentablemente. Y nos acostumbramos a sobrevivir y convivir con el disgusto de la desgracia del hermano, a protestar, a difundir lo que se escondía tras pantallas de colores (amarillos). Y en algún momento comprendí que no podía dejarme llevar por el influjo de mala onda en la crianza de un hijo. Una responsabilidad tan bella merece dedicarse a pleno y poner el mejor empeño.
Debo reconocer que tuve suerte. No me tocó la peor parte de ese desastre que fue la Argentina macrista. Aunque en el aspecto científico y técnico fue lamentable, la ventaja de trabajar en una empresa productora de energía hizo que fuésemos de los menos golpeados. Si cabe, considerando que rompieron y patearon todos los proyectos futuros y nos desfinanciaron completamente al punto de no saber si íbamos a cobrar el sueldo en febrero de este horroroso año 2019.
Contra viento y marea pusimos en marcha de nuevo Embalse. Laburamos mucho. Costó un horror estar lejos de la familia durante 3 meses en la mejor etapa de crecimiento de Ale. Pero esas interminables jornadas de 12 horas ayudaron a acomodarnos mejor económicamente y mitigar la incertidumbre del sueldo agotado el 10 de cada mes.
Y entonces decidimos que no es bueno que un niño no tenga hermanos y que tampoco es bueno traer un hermano cuando ya no haya paciencia.
En el horizonte empezaba a vislumbrarse la confirmación de que la decadencia y ocaso del macrismo era un hecho. ¿Podría ser posible que vinieran tiempos mejores?
Como un mantra me repetí que si mi primer hijo había venido con el peor gobierno de los últimos tiempos, entonces un nuevo hijo traeria seguramente un gobierno mejor.
Sucedió así.  Macarena trajo a Alberto Presidente.
La felicidad que nos produce tener un hijo, verlo crecer, desvelarse para darle de comer o para cobijarlo, no tiene punto de comparación con la alegría de ver que se fueron esos desgraciados y de saber que sobrevivimos y que vinieron unos que, al menos, parecen tener todas la intenciones de compensarnos el destrato. Es una dimensión distinta de felicidad. Pero el complemento es disfrutable al máximo.
Queda ver ahora, conociendo la experiencia de nuestros vecinos países,  cómo sigue esto. Cuánto lo van a dejar maniobrar, cuánto va a poder avanzar... habrá que estar muy atentos porque lo peor todavía no terminó.  Acaso recién esté empezando...

miércoles, 6 de enero de 2016

Turbulencia mental

Mi mente no está clara en este momento. Son las cuatro de la mañana y no puedo dormir. Estoy preocupado. Primero porque Ale tiene la nariz un poco tapada y lo escucho respirar fuerte; me preocupa que no respire bien y estoy atento, desvelado. Y mientras estoy desvelado me pongo a pensar y me preocupo por otro tema; el laburo. Tengo miedo, les juro. Como en estos días estoy en casa disfrutando a pleno los primeros días de mi flamante paternidad dedico un poco de tiempo a leer las noticias; las noticias que leo me asustan. Están echando gente en todos lados; en el ámbito público. No les preguntan qué hacen, cómo lo hacen, cuánto tiempo hace que lo hacen... Los echan porque si; no, porque son de otra idea política o porque el organismo lo creó el gobierno anterior... Yo trabajo así, en el Estado, en un organismo que revivió con la ayuda del anterior gobierno. Tengo un pibe, una esposa, que viven gracias a mis horas de trabajo ahí. Estoy orgulloso de ese trabajo porque estudié, me preparé para eso y lo pude aplicar acá en mi país y me sentí muy orgulloso logrando participar en la puesta en marcha de una central nuclear... Y de repente, todo ese orgullo se me olvida y es reemplazado por miedo. ¿Se dan cuenta de lo que estoy diciendo? Esto es inseguridad también, igual a la que nos cuentan todo el tiempo por televisión refiriéndose a delincuentes, asaltantes, asesinos... Esto también es violencia, me siento violentado si no puedo dormir porque no sé que van a decidir mañana tres tipos con los humos por el techo.

sábado, 19 de diciembre de 2015

Las noticias llegan con la lluvia

Sin proponérmelo demasiado, termino escribiendo un diario de mis experiencias como flamante padre. En general, mis emociones no emanan demasiado desde mi cara y desde mi boca, pero el teclado es otra cosa. Sería una barbaridad decir que mis emociones fluyen por el teclado de la laptop pero es cierto que escribir me ayuda a soltar. En estos días, sn embargo, no necesito ayuda, las emociones me desbordan, me rebalsan. ¿Cómo no? ¡Es mi primer hijo!

sábado, 5 de diciembre de 2015

Alejandro

Uno nunca está preparado para recibir a su primer hijo. En nuestro caso lo fuimos postergando esperando las circunstancias perfectas que, por supuesto, nunca llegaron. En fin, allá por marzo decidimos buscarlo y el universo estuvo de acuerdo: para nuestro aniversario de casados, primero sospechamos y luego, tuvimos la certeza de que venía en camino nuestro primer hijo.

viernes, 19 de julio de 2013

El tipo sabe...



El tipo sabe que la vida es corta, que el tiempo se consume. Sabe que su huesos no son fuertes, que sus rodillas no toleran demasiado esfuerzo, que sus caderas se adelgazan cada día. Sabe también que su vista mengua, como también mengua su peso...

martes, 26 de marzo de 2013

Crisis de(s)pareja

Mi relación con la literatura últimamente es conflictiva. Como en todo romance ocurre, de vez en vez aparece una crisis. Esta crisis, sin embargo, es unilateral. A las letras les da igual que yo las lea o las escriba, las ordene o las desordene. En cambio, yo me siento vil por dejarlas ahí abandonadas, esperando que mi pereza se canse de entretenerme y, al fin, me permita sentarme a poner por escrito todo lo que hay en mi cabeza: la ya famosa novela que intento, cuya concreción resulta asintótica; varios cuentos que aún no son más que un título y algunos personajes con o sin nombre; algún que otro ensayo...

jueves, 21 de febrero de 2013

El colombiano

Uno se acostumbra muy rápido al auto. De repente, un descuido, una banquina y dos volantazos son los artífices de un vuelco que te deja a pie otra vez. Si, ya sé: lo importante es que Erica y yo estamos bien. Lo sé y agradezco a quien corresponda por ello.
El tema es que uno se queda sin auto y vuelve a enfrentarse a las delicias del transporte público; vuelve a los bondis, los trenes, los subtes. Algún que otro taxi.
Podría contar cuatro anécdotas, una de cada transporte, ocurridas en estos días. El tachero que maneja como un criminal y te lleva cual si estuviese corriendo el TC2000, el tren que está demasiado cargado y no puede seguir andando justo cuando venís desde retiro con el bolso y la conservadora que habías mandado por encomienda porque ya no tenías auto en que llevarlos...

martes, 8 de enero de 2013

¿Cosas que pasan?

Desde hace varios días vengo, otra vez, tejiendo en mi cabeza la trama de una novela que empecé a escribir hace casi tres años. La escritura va muy lenta porque, en general, no tengo ni el tiempo ni el lugar y porque mi trabajo de ingeniero, a veces, me produce un cansancio mental que me impide realizar cualquier otra actividad intelectual.