sábado, 19 de diciembre de 2015

Las noticias llegan con la lluvia

Sin proponérmelo demasiado, termino escribiendo un diario de mis experiencias como flamante padre. En general, mis emociones no emanan demasiado desde mi cara y desde mi boca, pero el teclado es otra cosa. Sería una barbaridad decir que mis emociones fluyen por el teclado de la laptop pero es cierto que escribir me ayuda a soltar. En estos días, sn embargo, no necesito ayuda, las emociones me desbordan, me rebalsan. ¿Cómo no? ¡Es mi primer hijo!

Ya conté hace unos días las emociones, las angustias y la alegría de su nacimiento. Conté que estaba internado en "neo" pero con buen horizonte. Nos habían avisado que teníamos para mes y medio, o dos, de internación y la verdad es que el asunto es agotador. Se duerme poco, se come mal, no se descansa. Cada mañana al llegar a la sala, el corzón de uno se detiene un segundo antes de recibir las novedades de la noche. El cerebro dice "tranquilo, flaco, está todo bien. Si no, ya te hubieras enterado" Pero el alma es otro asunto... hasta que no te dicen que está todo bien, que el pibe aumentó de peso; hasta que lo ves y le podés decir hola y darle un beso, el corazón se paraliza. Veintisiete de estos paros cardíacos contabilicé ya y hoy llueve. ¿Les conté que la lluvia es un buen signo par mi? Si, les conté. Pero hay días en que no me acuerdo de esa teoría mística inventada por mí. Hay veces que igual puteo. ¡Justo hoy que tengo que ir al Registro Civil a anotarlo! Encima odio usar paraguas.

Ale, por encima de los dos kilos, un campeón. Quedaron atrás la lámpara para bajar la bilirrubina y la sonda parenteral. Va empezando a entender que la teta de la madre no es ni un almohadón ni un monstruo sino su fuente de alimentación. Claro, el tipo se acostumbró a que la panza se le llene sola con la sonda y resulta que ahora lo hacen succionar nada menos que la teta de mamá. Debe pensar: "OK, yo succiono, pero la mamadera sale más fácil".

Él anda bárbaro. Lamentáblemente hay que vincularlo al sistema para que tenga atención médica, así que al Registro Civil a anotarlo. La lluvia paró un poco y pude ir caminando hasta el corazón de Recoleta (no por opción sino por obligación) donde está la oficina del Registro correspondiente al sanatorio. No hablaré de atención, de organización ni de política... no debo hacerlo en este momento, aunque me repugne ver todo color amarillo. En fin... acá llega el punto interesante: ¿Cuántos de ustedes han ido a anotar a un hijo? A mi es la primera vez que me toca y, a pesar de ser un acto administrativo, tal vez aborrecible (porque significa enganchar al pobre inocente a un mecanismo que dá náuseas), a pesar de todo, tiene una carga simbólica, emocional, muy alta. Estás dando a conocer al producto del amor, a un ser nuevo al que ayudaste a ser, valga la redundancia. Así que ahí estaba yo, emocionado anotando a mi primer hijo con número de documento de más de ¡cincuenta y cinco millones! Por suerte, la persona que me atendió fue muy atenta y muy amable, hasta me preguntó si era músico... ¿me habrá visto las ganas?

Mientras volvía caminando al sanatorio, mandaba mensajes por el teléfono al grupo que tenemos con la familia, contándoles que Ale ya se llamaba oficialmente Alejandro y que su papá estaba emocionado. Parado en Uriburu y Las Heras, esperando el semáforo para cruzar, me llama mi esposa. ¿Por qué uno siempre piensa primero en que algo malo puede haber pasado? No lo sé, pero es una constumbre tan insalubre...

No. Nada malo. Las noticias eran más que buenas. Al principio nos habían dicho que estaríamos más de un mes y medio en neo; ahora, la voz de Eri en el teléfono me decía que, si había aumento de peso al día siguiente, nos ibamos a casa. Había llovido, venían buenas noticias, no podía fallar. Yo que ya estaba orgulloso, contento, emocionado por haberlo dado un nombre, de repente me vi sobrepasado de emoción. Caminaba por Uriburu sonriendo sólo, pensando en el traslado a casa, en las cosas que había que preparar. Hasta se me escapó alguna lágrima.

Hoy, Ale cumplió un mes en casa. No importa que anoche no dormimos, la alegría de tenerlo con nosotros compensa cualquier malestar. Mirarlo y dormir con él a upa cura todos los males.

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