martes, 26 de marzo de 2013

Crisis de(s)pareja

Mi relación con la literatura últimamente es conflictiva. Como en todo romance ocurre, de vez en vez aparece una crisis. Esta crisis, sin embargo, es unilateral. A las letras les da igual que yo las lea o las escriba, las ordene o las desordene. En cambio, yo me siento vil por dejarlas ahí abandonadas, esperando que mi pereza se canse de entretenerme y, al fin, me permita sentarme a poner por escrito todo lo que hay en mi cabeza: la ya famosa novela que intento, cuya concreción resulta asintótica; varios cuentos que aún no son más que un título y algunos personajes con o sin nombre; algún que otro ensayo...

Lo mismo ocurre con la lectura, los libros se acumulan en mi mesa de luz pero los señaladores están siempre descansando en las mismas páginas: Alexiei Karenina aún se debate sobre los pasos a seguir con su esposa desde hace meses; Morel aún no inventó nada; el dólar y la economía siguen por la mano correcta; etc...
¿Cuál es el motivo? Ya lo dije: la pereza. Pero, en realidad, no es la pereza por sí misma sino la necesidad de descansar de esa vorágine que me contiene, me retiene y no me deja respiro, que es mi vida. Entonces, cuando tengo unos momentos, sólo quiero hundirme en el sofá a escuchar música y no pensar en nada de nada. Y mientras me arrellano en los mullidos almohadones me vienen a la cabeza nuevas ideas o diferentes vueltas de tuerca para la resolución de los conflictos ficticios de mis personajes... Todas ideas que terminan condenadas a vagar en mi memoria cuando no, perderse. Si tan solo pudiera registrar mis pensamientos directamente...

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