domingo, 2 de mayo de 2010
The way to Trieste. (una historia verídica)
Sentado frente a la ventana de mi habitación, con las luces de los barcos anclados en el Adriático como marco, comienzo a contarles cómo fue que logré llegar.
Todo comienza el sábado primero de mayo a las tres de la mañana en la fiesta de cumpleaños de quince de mi hermana Vanesa, en Rosario. A esa hora, llamé al remis pera que me lleve hasta la estación de omnibus de Rosario, me despedí de todos mis familiares y partí. A las cuatro de la mañana salió el micro de El Rosarino rumbo a Buenos Aires. Sin dudarlo mucho, me quedé dormido casi instantáneamente (a pesar de ir en el último asiento del primer piso, es decir que se zamarreaba para todos lados). Creo que me desperté, y mantuve mi vigilia durante no mes de 40 segundos, en San Pedro. Luego, en uno de los tantos peajes de la Panamericana me desperté nuevamente y decidí mantenerme despierto por mucho que me costara porque no quería pasarme de Puente Saavedra; todo estaba demasiado cronometrado como para cometer semejante error. A las siete y cuarenta me bajé del micro en el mencionado parador (si, el micro tardó tres horas y media con neblina y todo, no pregunten cómo pudo ser). De allí un taxi me llevó hasta el departamento de calle Cuba.
¿Me creerán si les digo que me sentía un poco descompuesto? Pues si, de suerte que llegué a tiempo al departamento y que no pasó a mayores. Me di una ducha y a las nueve treinta en punto me subí al remis que me llevó hasta el aeropuerto internacional de Ezeiza. Primero de mayo, sábado, diez de la mañana, en la calle no había nadie y llegué diez y veinte a Ezeiza.
Muy tranquilo, hice el check in y pasé por la aduana a declarar a la maquina que me permite transmitirles esta historia. ¿Y ahora?, tres horas de espera en las que no tenía ya la más mínima idea de cómo hacer para no quedarme dormido. No quería usar la computadora para que no estuviese sin carga cuando la necesitare, así que me dediqué a mirar la gente pasar; comer el sandwich que me habían dado en el colectivo de Rosario a Buenos Aires; y luchar contra el sueño. Finalmente, me decidí a hacer el trámite de migración aunque faltase un rato largo para el embarque. Luego más espera y al fin el avión.
El avión es un capítulo aparte: mi primer vuelo itnernacional, de más de dos horas y media. "buongiorno" me dijo la azafata, desde ese momento supe que iba a ser divertido. El acento de los tanos me divierte, a veces también les entiendo algo de lo que dicen. Me acomodé en mi asiento y esperé a ver qué clase de especimen me iba a tocar sentado al lado... un especimen que se metió no se cuántas cosas en la nariz antes de despegar y también antes de aterrizar. Un rompe-kinotos, dele moverse, y encima parece que a él no se le había pasado la descompostura o, probablemente, sufrió el efecto de la pasta italiana. Al menos, me pidio paso para el baño una sola vez. Durante los primeros cuatrocientos kilómetros me entretuve mirando el mapa de vuelo que informaba la velocidad, altitud, velocidad del viento y temperatura (datos muy interesantes para transmitirles a mis alumnos de física). Pasada ya una hora larga empecé a tener la duda de si iba a poder dormirme, a pesar de mi cansancio, dado el alto grado de incomodidad de los asientos. Como sea, los tanos no me dieron tiempo, sirvieron el almuerzo/cena: 15:00 hora de Buenos Aires, 20:00 hoora de Roma. "Pollo o salmone?" automáticamente contesté "pollo", todavía me pregunto por qué. No estaba mal de todos modos, pero yo todavía tenía medio atravesado el sandwich de salame y además quería dormir... En fin, comí todo lo que pude, con agua, porque me dolía la cabeza como para tomar vino (no sé si me dolía por el vino de la fiesta de la noche o por el sueño, o por ambas) y después tomé un té porque con el café me iba a despejar. Pero ete, aquí que surgió un problemita, tanto líquido tiene que salir por alguna parte y, claro después de comer todo el mndo quiere ir al baño. Se formó una cola por el pasillo y cada uno que entraba parecía que rezaba diez "Padre nuestro" antes de satisfacer sus necesidades fisiológicas. Por supuesto que, cuando empezaba a haber un poco de turbulencia, había que ir a sentarse con el cinturon de seguridad. Así que se me pasaron tres intentos hasta que pude llegar a tan ansiado sitio. En el asiento sentado ya no sabía cómo acomodarme, me daba vuelta y miraba con odio la cola infinta mientras me retorcía para garantizar el cierre de mi vejiga... llegado el momento, lo dejo a su imaginación, pero casi que lo disfruté... "Ahora si, a dormir" me dije. Un ingenuo. Parece que había un grupito de aproximadamente diez señoras que pretendían ser quinceañeras como mi hermana, que aparentemente se iban a pasear a oriente medio, que se la pasaron "parlando tutta la notte". Me calcé los auriculares con la selección de música clásica de Alitalia y me logré dormir algo así como dos horas.
Por un momento pensé que el mapa de vuelo se había descompuesto o algo así. ¿No estábamos, acaso, en el mismo lugar que antes de dormirme? Bueno, Martín, el océano Atlántico es ancho, me dije. A las tres de la mañana, hora de Roma, cuando intentaba volver a dormir, ¡sorpresa! "Pollo o pescado" se escucho con acento italianísimo y una risa a continuación. Si señores, habían prendido todas las luces y nos estaban dando de comer otra vez! Esta vez no había comida caliente, solo había sido una broma del aero-mozo que servía una bandejita con fiambres varios y un tiramisú. "Il prosciutto di Parma" dijo el aero-mozo, haciendo propaganda de lo que entregaba y a mí súbitamente se me abrió el apetito. Comí todo lo que me dieron con tanta rapidez que no lo creerían. Ahora si, me tomo un vinito y me duermo, me dije animado. Pero no fue así. es decir, si tomé vino pero no me dormí. Esta vez aguanté un rato más las ganas de ir al baño y pude ir cuando no había nadie. Mientras el aeromapa mostraba que volábamos cerca de Dakar aunque aún estabamos a cientos de kilómetros.
Decidí investigar un poco el sistema de televisión y música y descubrí que había una selección de Jazz. "Bingo" dije para mis interiores, "si no me duermo con esto, me resigno" Mientras sonaban los primeros acordes jazzeros de un piano muy dulce vi que en el mapa aparecía Freetown y me acordé de la película Lord of War: "Es irónico que este país se llame Liberia". Me dormí.
Dos horas después me desperté, la selección de jazz volvía a comenzar por segunda vez con la grabación de presentación de Alitalia. Ya volábamos sobre el Mediterráneo y comenzaba a amanecer.
"Pollo o pescado? ah... pollo o pescado, 20 anni fa che dire la stessa cosa, Alitalia deve essere detto di modificare il menu" dijo el aero-mozo haciéndose nuevamente el gracioso. No sé si me causó gracia más el chiste o el acento de este señor peinado con gel y los pelos parados. Así nos enteramos de que era hora del desayuno. Una hora después aterrizamos en el Aeropuerto Fiumiccino de Roma.
Todo muy fácil, en el vuelo ya habían anunciado las conexiones y los lugares de embarque, así que seguí los cartelitos de "Transiti" hasta llegar al control de seguridad. A un tipo que caminaba al lado mío lo pararon en el camino a pedirle el pasaporte; yo pensando que me decía a mi lo busco y me dice (en italiano, claro) "vienen juntos?" ante mi negativa me pide que siga, que es al otro... portación de cara? No lo sé. Pase por el detector de metales y obviamente sonó (ya me había sonado en Ezeiza donde pensé que sería el cinturón por lo que en roma me lo saqué). Después me dí cuenta que también tenía las hebillas de los zapatos y varios anillos!
dado que tengo mucho sueño, continuará mañana...
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