Ya en Francia, escribiendo desde el Eurostar, recién salidos del túnel debajo del Canal de la Mancha, y rumbo a Paris, me tomo una hora para reseñar lo que va de este paseo por Europa.
Finalizado el workshop en Trieste, el domingo, fui a esperar a Erica y Silvana al aeropuerto. Obviamente el vuelo estaba retrasado así que me pasé unos lindos nervios. Llegaron y fuimos con el 51 hasta el Hotel Adriático, al que me había mudado por la mañana bien temprano, cargando los bolsos cuesta abajo ya que los domingos no hay shuttle.
A pesar de no haber dormido nada durante un día y medio, Erica se dio una ducha en el hotel y en seguida salimos a recorrer Trieste, previa pizza muy cara pero a la orilla del Adriático. Recorrimos todo el paseo marítimo alrededor del Castillo de Miramare bajo una llovizna un poco molesta pero infaltable. Luego, tomamos el 36 y nos encontramos a Silvana, un poco más descansada tras la siesta. En cuatro horas hicimos un tour completo por el centro de Trieste, incluyendo la Catedral del siglo XIV, el Castllo en lo alto de la colina y la Piaza de l'Unitá de Italia. El atardecer en el muelle principal, frente a la mencionada piaza, nos regaló unas fotos espectaculares, lástima que, como corresponde, nos quedamos sin pilas en la cámara; espero que Silvana no pierda las fotos que sacó.
A la mañana siguiente, ocho de la mañana, de nuevo arriba para salir rajando al aeropuerto de Trieste (al que todavía nos queda una visita más para cerrar el viaje). Esperabamos tomar el shuttle del ICTP para subir desde el hotel hasta la ruta pero, como era horario de registro del nuevo workshop, no entrabamos, así que fuimos cuesta arriba con bolsos y todo. Llegamos muertos pero logramos tomar el 51 para llegar con dos horas de anticipación al Ronchi dei Legionari.
El avión no terminó de posicionarse en la pista y ya estaba carreteando. Una hora más tarde, estabamos en Fiumiccino, Roma, por segunda pero no última vez. Tras una caminata infinita hasta la estación de trenes, descubrimos que nos convenía más un servicio puerta a puerta (dos euros de diferencia, nos dejaba en la puerta del hostel y sin tener que arrastrar los bolsos infinitamente, no quedaba duda). La camioneta, bajo la lluvia, nos llevó hasta el hostel, pasando por toda la zona antigua de Roma, incluído el Coliseo. Llegamos al hostel y, ¿adivinan?, seguro que no; un muchacho frente a la puerta cerrada nos pregunta: "Hostel Europa?". Más o menos, traducido al castellano, siguió diciendo que lo siguiéramos al nuevo lugar en donde estaba el hostel, a diez minutos a pie, porque éste estaba "chiuso" es decir, cerrado. La cara de Erica no tenía comparación, supongo que la mía tampoco. Al menos, el tano, sin dejar de hablar por teléfono, cargó uno de los bolsos. Llegamos al departamentito con pocas espectativas; sin embargo, la habitación era cómoda y nos quedamos conformes.
Tres y media de la tarde, buena hora para ir a comer, fueron unos gnochi cerca del Coliseo. Después de comer, una siestita bien merecida, y salimos nomás a patear Roma. Qué mala costumbre la nuestra, de caminarnos toda una ciudad en medio día. Sin querer, pero mirando el plano, nos fuimos encontrando con todos los edificios y monumentos históricos de la ciudad. Pasamos por la Piaza de la República, El Foro, El monumento ese blanco y enorme cuyo nombre y conmemoración ahora se me escapan, mil iglesias, entre otras cosas, hasta finalizar en la Fontana di Trevi. No se me hubiese ocurrido jamás lo grande y espectacular que era. Tiramos la monedita, sacamos fotos y también tenemos una anécdota con un fotógrafo que nos ofreció sacarnos una foto por 5 euros y nos sacó dos (queriendo cobrar diez, por supuesto). Se quedó con las ganas de los 10 euros...
Comimos en Mc Donalds, obviamente lo más barato, y volvimos caminando entre callecitas pequeñas, angostas, por las que pasan autos y gente por el mismo adoquinado. Ya las piernas decían basta. Llegamos al hostel y dormimos. El tano, hablaba por teléfono.
Martes, metro, San Pietro y Vaticano. Lo único que voy a escribir es que caminamos tanto adentro que no veíamos la hora de llegar a la bendita Capilla Sixtina para irnos de una buena vez.
Miércoles, Coliseo, Foro Romano y Palatino. Para qué explicar los dolores en las rodillas y los pies. Hartos de ruinas decidimos que era too much y nos fuimos piano piano a buscar los bolsos.
Llegamos al hostel, lluvia torrencial, tormenta eléctrica desatada en tres minutos. A los veinte minutos no llovía más. Llegó el shuttle que nos llevó por la Appia Nuova hasta el Aeroporto Ciampino. Compramos libras esterlinas y volamos a Londres.
En el vuelo de Ryan Air te quieren vender hasta lo que no tienen. Los nervios de Erica estuvieron al borde del colapso, no confiaba en un vuelo que se llame Low Cost Flight, pero llegamos sanos y salvos. En migraciones nos recibió un señor negro con mucha cara de pocos amigos, nos preguntó a qué íbamos, cuánto tiempo nos íbamos a quedar, y al final selló los pasaportes con cara de asco. Muy sonrientes los dos, le dijimos good evening y nos fuimos a buscar los bolsos y el coach que habíamos reservado aún en Ciampino.
No sé cómo explicar el shock que me causó ver el volante del colectivo del lado derecho, la puerta del lado izquierdo, y menos aún para describir lo rápido que manejaba ese señor. Llegamos a Victoria Station en Londres a las dos de la mañana. (ufff... acaba de pasar otro eurostar en sentido contrario, realmente vamos muy rápido). Vuelvo. A esa hora seguimos un planito impreso de google maps y conseguimos llegar al Hotel. Un bunker, la habitación en el segundo subsuelo, aunque muy cómoda y bonita Ahora que pienso, no le sacamos ninguna foto! En fin, dormimos.
A las nueve y media nos levantamos a tomar el desayuno y salimos a andar. Las piernas después de cuatro días de caminar y caminar ya no responden igual. Parece que uno está muy descansado pero no es cierto, al poco rato le empiezan a doler y se cansa rápido. Pero qué más se puede hacer si no caminar cuando no se quiere gastar demasiado y se quiere conocer?
Bordeamos el Támesis y, luego de hacerme todo el trabajo, Erica logró convencerme de que subamos al Ojo de Londres. Fue una buena decisión. La vista es muy buena. Después, fuimos hasta la catedral de Saint Paul y, volviendo, llegamos a la plaza Trafalgar. Allí nos sentamos a descansar y yo aproveché para mirar el plano. Un señor se me acerca y me pregunta si busco algún lugar en particular. Nos pusimos a conversar y nos dijo que en la (ex)-Iglesia de Saint Marteen in the Fields, iba a comenzar un concierto a las 19:30. Allí fuimos, un concierto de cuerdas y flauta con lo mejor de Vivaldi y Bach. Precioso.
Como pudimos, volvimos hasta el hotel, pasando por detrás del Big Ben y el edificio del parlamento. Sacamos muchas fotos de noche de tan imponente edificio.
Segundo día en Londres, Palacio de Buckingham, Hyde Park, Royal Albert Hall, Museo de Historia Natural, Harrods... no había más piernas. Volvimos temprano al hotel y descansamos. Qué difícil es conseguir dónde comer en Londres después de las diez de la noche!
Dormimos, a las cinco nos levantamos, cinco y media en la estación Victoria otra vez, London Tube Underground hasta King's Cross St. Pancrass, Eurostar, y aquí estamos, a punto de llegar a París.
Ufff... me alcanzó justo el tiempo. Respiro, a las nueve y veinticuatro de la mañana de Paris y escuchando Led Zeppelin, les dejo saludos a todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario