martes, 11 de mayo de 2010
Nuclear Data (Summary of the first week)
Es cierto, dije que iba a escribir, pero me da muchísima fiaca. Haré el intento de todos modos y seguramente terminaré escribiendo una novela, como siempre.
Mientras escucho la música turca de mi compañero de habitación, un matemático de Ankara, y me tomo un té, siendo las 23:34 en Trieste, intento recordar todo los sucedido desde el lunes pasado.
El lunes por la mañana nos registramos y nos dieron los tickets de comida y los viáticos. Una de las secretarias, al leer en mi planilla que era de Buenos Aires, suspiró profundamente y me dijo: 'what a beautiful place, I was there, in Ciudad Universitaria, in november'. Qué gracioso, yo pensaba en ese momento que no podía haber un lugar más lindo que Trieste; sobre gustos, nada escrito.
Luego, en la sesión inaugural, se presentaron los expositores y también nosotros... temblé como una hoja cuando me tocó tener el micrófono en la mano para presentarme... igual, algo dije.
Frase célebre, solo para entendidos: 'Sometimes Engineering is more reliable than physics' by Alexandre Stanculescu.
Por la noche tuvimos una cena de bienvenida, a la que llegué tarde por haberlo acompañado a Ariel Tarazaga al centro a preguntar no sé qué cosa. A propósito, esa oficina de informes me recordó al sketch de Gasalla: '¡Se van para atrás!' (en italiano, claro). Volviendo a la cena de bienvenida, de todos modos llegué a tiempo para comer algo y beber unas copas de vino. Aquí el dicho se cumplió al pie de la letra: 'Dios los cria y ellos se juntan' (por no decir que el viento los amontona). En esa mesa nos sentamos Ariel y yo, tres españoles y un siciliano (que no es italiano). Nos hemos reído de cualquier cosa con el mayor volumen posible al punto de que una ucraniana (sobre la que volveré más adelante) nos pidió que nos rieramos 'loudless'.
La cena fue en Adriático así que hubo que volver, a altas horas de la noche, caminando por las sendas oscuras hasta Galileo. Volví con Massimo, el siciliano, hablando él en italiano y yo argentino: mamma mia!
Martes.
No recuerdo nada interesante, pero puedo decir que las presentaciones fueron de horror: extensas más de la cuenta, tediosas, intrascendentes, aburridas... La cosa empeoraría.
De todos modos, la experiencia con gente de otras culturas es muy interesante. Aunque debo reconocer que, la mayor parte del tiempo, me la pasé hablando español. Si, español, diciendo coño, joder y venga, entre otras expresiones.
La tarde se complicó. Como una de las expositoras no podía asistir a Trieste, porque tenía cosas más importantes que hacer en Vienna, las exposiciones fueron por teleconferencia. Claro, si ya, de por sí, eran aburridas las presentaciones sobre qué hace la IAEA para apoyar el desarrollo de reactores avanzados (explicación que incluyó la explicación de los infinitos modelos de reactores existentes, en diseño y por existir), por teleconferencia, la cosa se puso más difícil. La voz de la amiga Sama Bilbao y León era por demás de monótono aunque estridente, efecto amplificado por los agudos parlantes del televisor. De vez en vez, la conexión se ralentizaba y, entonces, escuchabamos frases del estilo: 'thep er ant no en gy', que dejaban todo muy claro.
Miércoles.
Por la mañana continuó el castigo. Mientras nuestra señora ordenaba: 'NEXT SLIDE!', Alex Stanculescu, cambiaba de diapositiva; claro, cuando no estaba distraído con su celular o leyendo un paper.
La tarde mejoró, ya que un tal Ivanov, profesor de la PennState University (para evitar malos entendidos, dicha universidad pertenece al Estado de Pensilvanya en EEUU y no hace ninguna alusión a nada) decía que el professor Ivanov (pronunciación para europa, en EEUU se lo conoce como Áivanouv, como el mismo aclaró) se explayó de lo lindo sobre generación de secciones eficaces para reactores rápidos refrigerados a gas. En el segundo turno de la tarde hicimos alguna que otra corrida de NJOY en el laboratorio de informática, lugar que parecía un baño turco (sin alusión alguna a mi room-mate y sus hábitos). Como corresponde, los inputs no estaban bien armados, los programas no se podían correr porque estaban mal definidos los paths y faltaban algunos archivos. El resultado del laboratorio, Improductividad total y mi gran mal humor. Había quedado para ir a Trieste con otros compañeros para comprar entradas para el teatro, pero dado mi mal humor, preferí quedarme en la habitación chateando con Erica y reservando los vuelos y los hoteles para las vacaciones, tarea que me llevó dos días hasta que logré armar el rompecabezas (espero que este volcán de porquería no me arruine los planes).
El jueves por la mañana, más Ivanov, una charla muy interesante muy interesante, pero por la tarde, otra vez el horror: Un señor, cuyo nombre me esforcé para olvidar, nos contó usos no eléctricos de la energía nuclear. Está bien, la charla fue interesante pero ¿qué demonios tenía que ver con los datos nucleares? Él mismo lo preguntó: 'Surely you are asking yourelves: If we are here to lern about nuclear data then what the hell this guy is talking about?' Alguna explicación dio, que no me interesa recordar.
Por la tarde, al salir, fui a pasear por el Parco di Miramare y a conocer el Castello. Por primera vez desde mi arribo veía el cielo celeste en Trieste con lo cual, el día estaba salvado. No pensé nunca que me iba a gustar tanto este lugar. Adjunto algunas fotos que son mejor que lo que yo puede explicar.
El viernes, último día de la semana, empezamos con el curso. Quiero decir, los topics se pusieron más jugosos. Métodos de resolución de la ecuación de transporte. El amigo Cristian Rabitti, de origen italiano, y que nada tiene que ver con el Rabitti que algunos de ustedes conocen, es un muchacho que sabe todo lo que hay que saber en la vida y está muy seguro de ello, con lo cual es difícil entrarle con alguna pregunta sin que te ningunee, pero en fin, su charla fue muy buena.
Viernes a la tarde, tiempo de salir rajando a disfrutar del entorno. Como no podía ser de otra manera nos fuimos a Trieste a comer unas pizzas con cerveza (como ejemplo se puede ver la foto adjunta). La ciudad de Trieste de noche es un encanto. Pero claro, acá comienzan las anécdotas.
Antes que nada, quedé en encontrarme con Massimo a las 19:00 en el hall del hotel. Por cuestiones fisiológicas de último momento, me demoré tres minutos y medio. Suena el teléfono y como yo sabía que iba a ser Massimo atiendo y digo Pronto? Del otro lado del auricular escucho la voz un tanto preocupada del tano: Martin? cosa è successo? A lo que le respondo: I'm comming! Colgué y bajé rápido, pensando en que, la verdad, cinco minutos nos es tanto atraso.
Al bajar, Massimo esperaba en la puerta del Guesthouse con las dos ucranianas. Empezamos a caminar como rayo porque perderíamos el 36 (para mis adentros pensaba en que habíamos quedado encontrarnos en la parada a las 19:30 y recién eran 19:07). Cuando pasábamos por los túneles de la Strada Costiera, aprovechando el ruido de los autos, y que las ucranianas no entienden ni español ni italiano, Massimo me mira y, meneando la cabeza, me empieza a decir, en italiano, "Yo no entiendo a estas mujeres, no querían esperarte, a las 19:00 dijeron que no ibas ya estabas demorado y que seguro no ibas a bajar, que nos fuéramos. Yo les dije que esperáramos al menos hasta las siete y cinco, por eso te llamé. No las entiendo, la verdad. ¿Serán así todas las rusas?" Nos reimos y olvidamos el asunto mientras pasaba un 36 (el de las siete y diez) y las ucranianas se lamentaban. No me aguanté decirles, en mi peor inglés, que de todos modos habíamos acordado con los otros muchachos tomar el de las siete treinta. Massimo me miró y, haciendo un gesto de restarle importancia, me dice por lo bajo 'ma, va fanculo!' Y nos reímos los dos a carcajadas.
Llegados al centro, caminamos un rato por la costanera y fuimos a comer pizza, como ya dije antes. Pero luego de la pizza... "Bueno, qué hacemos?"
Unos quisieron ir a tomar algo, otros quisieron a ver el castillo antiguo en plena noche. Se imaginan en qué grupo estaba yo. Por supuesto las ucranianas, junto con otro ucraniano, el más devoto de ver el castillo, enfilaron a paso firme y sin ningún reparo de los demás. Carlos, uno de los españoles le mostraba la ruta en el mapa y yo le decía que no iban a poder ver nada, el ucraniano me porfiaba y yo no insistí (para dentro pensé: va fanculo). Massimo estaba interesado en las señoritas rubias de eurpoa del este y, aunque intentó lograr una unidad democrática en el grupo, terminó yéndose con la mitad exploradora. Los españoles y yo nos fuimos a tomar unas cervezas y/o tragos por ahí.
Nos encontramos en el autobus de regreso (pongo autobus porque si lee un español no va a entender si digo bondi) La cara de Massimo era la que uno pondría en un velorio. Había un silencio tenso. Otro ruso que había ido con ellos (que debe tener algún gen latino) se reía. Carlos le pregunta al tano: What about the Castle? La respuesta fuetajante: Don't you talk about the castle. Claro había estado cerrado y habían caminado de gusto cuesta arriba, más otros ingredeintes que nos entereamos luego y con los que, aún hoy, nos reímos. Desde ese momento Olexei, el ucraniano, quedó apodado 'Il ragazzo del castello'. Cuando llegamos al Adriático, nos tomamos unas copas más y nos fuimos a dormir.
El sábado paseamos por Trieste por la tarde, con Massimo y el ruso-latino, Danihl. En el momento en que hablábamos de la hazaña de la noche anterior, nos cruzamos a las ucranianas, de las que, por suerte, nos deshicimos rápido, gracias a mi cara de pocos amigos. Fuimos al famoso castello pero, esta vez, con ganas y pasamos una tarde divertida.
El domingo no hice demasiaso, fui al centro a comer pizza y caminar un poco y a la noche, cervezas en el bar del Adriático con los demás latinos y el ruso.
La frase célebre: 'No cammels, no woman'... ya les contaré.
Esta semana todas las charlas se pusieron jugosas, los temas están muy interesantes pero ya no doy más de sueño, son la 1:31 del día sguiente y me tengo que levantar a las ocho. Conclusión, me voy a apolillar.
Hasta la próxima entrada.
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