miércoles, 17 de marzo de 2010

Acerca de la persistencia de nuestro recuerdo

Hacemos cosas toda la vida, decimos cosas, decidimos cosas, actuamos, sentimos... vivimos. Y al fin un día -por la razón que sea- ya no respiramos. ¿Qué queda de nosotros entonces, además de un cuerpo sin más utilidad que el abono que se pueda aportar a la tierra? "Nada", dicen unos, sin preocuparse mucho, alegando que lo importante es la vida en sí misma y que después no hay después. Otros, sin embargo están convencidos de que perdurarán en el tiempo, como recuerdo de lo que fueron, de lo que hicieron, de aquello por lo que lucharon. Y entonces se esfuerzan en vivir toda su vida para el futuro, para la posteridad, para ser después de que dejen de ser. ¿Es, acaso, eso vivir? ¿Es posible que sólo se luche por ser un recuerdo en el futuro? ¿Tiene sentido?
Daré un ejemplo simple: cuando tenía 10 años, es decir, hace 17 años atrás iba a la escuela primaria y tenía un compañero muy revoltoso. Su nombre no importa, llamémoslo J. Siempre recuerdo su cara, sobre todo cuando veo fotografías de esa época. En realidad, si no viera esas fotos no sé si tendría su imagen tan presente. Más aún, no recuerdo en realidad cómo se comportaba y si hablaba mucho con él... sólo recuerdo que era revoltoso o, al menos, que tenía fama de revoltoso. Bien, debería decir que, en realidad, a duras penas recuerdo que tuve un compañero llamado J. al que no he visto en 17 años.
También podría volver un poco más en el tiempo y hacer memoria sobre algún viaje de vacaciones. Por ejemplo, podría describir el ascenso a un cerro con mi padre. Bordeábamos el arroyo (no sé si tenía mucha o poca agua, no recuerdo bien) y luego llegamos a una zona de árboles enormes... claro, hace poco tiempo volví a ese lugar y me di cuenta que esos árboles no eran enormes sino que yo era pequeño...
Como ven, no tiene mucho sentido tratar de hacer memoria de los detalles porque la memoria es por demás de engañosa. Con el tiempo, como tenemos recuerdos más urgentes que almacenar, descuidamos el refresco de aquellos de antaño y se van degradando. Incluso cuando los formamos les agregamos cosas que nos llaman la atención en ese momento y les quitamos aquellas que no nos parecen trascendentes. Es decir que los rescuerdos son una imagen acomodada a nuestro interés y entendimiento de lo que realmente es la realidad. Así ocurre con la memoria colectiva también con respecto al recuerdo de personas que ya no están. La gente tiene la certeza de que existió una persona con tales o cuales rasgos, a la que le gustaban tales o cuales actividades. Cada uno guarda de esa persona los recuerdos que más le interesaban.
Después cada quién utiliza frases célebres o deseos del finado sacándolas de contexto y poniéndolas en un nuevo discurso que, probablemente, no tenga absolutamente nada que ver con la idea original, y si no, pregúntenle, por poner un ejemplo, a Marx...

Es cierto... la memoria colectiva nos resguardará... habrá noticias nuestras en el futuro próximo y tal vez, si nos esmeramos, en el futuro lejano pero no seremos los mismos en esos recuerdos tergiversados. Porque al igual que nuestra propia memoria, la memoria colectiva es distorsiva, censuradora, eufemista... la memoria colectiva nos despedaza, nos disgrega, nos hace trizas hasta que al fin llegamos a ser el recuerdo de alguien que nunca fuimos.

3 comentarios:

  1. Siempre y cuando no suframos mal de alzheimer :)

    Besos!

    =) HUMO

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  2. La memoria es un medio limitado, ¿no?, como la percepción y nosotros mismos.

    Pero ya el solo hecho de tenerla es maravilloso. Y si uno quiere darle un uso a la memoria propia (¿o ajena?), mejor.

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  3. ese es el problema principal... somos limitados y también es lo bueno...

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